07 noviembre 2022

Una noche en Japón

Caminábamos bajo la sombra del cerezo. Nadie podía decir que estábamos ahí. ¿Lo estábamos? La nieve del suelo era más bien rosa y yo te miraba desde lo alto de mis sueños que veía derrumbarse conmigo en ese momento. Una avalancha de dolores repetidos. Terminamos por surfear nuestros pasos que sin darnos cuenta iban en direcciones contrarias. Obedecimos las luces de una ciudad tan veloz e imaginaria cuando el frío alcanzó su temperatura más baja. Todo era distancia, una cuchilla afilada sostenida con el borde oscuro de nuestras miradas.


Había tanto silencio sobre la playa, en la habitación del campo y entre las sábanas que nos supimos cuerpos muertos. Hablamos de las cosas que no entendimos, pero seguíamos sin saber quiénes éramos, cómo era posible que el púrpura del cielo fuera tan efímero, o dónde estaba puesto el mundo aquella madrugada.


Creo que alcancé a tomar tu mano, un simple roce que no logró despertarnos, que se durmió entre nuestros cuerpos y al final de todas las mentiras, tampoco despertó. La noche se volvió oscura pero no estrellada, no volvimos a mirar la luna, nunca vimos la neblina. Escapamos por la rejilla de luz que venía de la cocina, que era cálida, que olía a mezcla de caldos y jengibre, que sabía a un nuncamásestarcontigo, que nos explicaba que algunos encuentros vienen también sin despedidas por el odio y el despecho que encontramos atrapado en el suelo de madera.


Regresamos del idioma no entendido, el silencio seguía ahí. Había gritos internos destrozándolo todo, apagando las luces, encerrándonos en una quietud insoportable, arrojándonos en el absoluto vacío que era azul y no amarillo, que intentaba huir de una voz en off que, por fin, era nuestra, un sonido falso y errático cada vez que intentábamos pronunciar nuestro nombre. Cuando me atreví, una vez más, a ver al cielo, descubrí cómo las estrellas se despegaban y caían, pero tú ya no estabas. Mirabas al suelo y ya no pensabas en mí. Puede que la noche en Japón fuera otra, puede que nunca estuviéramos ahí.



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