24 enero 2020

Abismos

Por qué se ha llenado de frío 
este agosto que se cierne 
sobre mis ropas.
Mareas incesantes de un noséqué
que se clava en las agujas de mi cuerpo.
El vaho de tu aliento me nubla los ojos
y sólo encuentro llanto.
Un llanto tan ahogado
que resuena en los aullidos de la medianoche
que golpea en los abismos
del reflejo en los cristales.

En qué línea te busco
sin que estemos rotos
mudos, muertos.
En qué frase a medias
convertida en miedo
y con ganas de quedarse muerta.

Un invierno arrodillado en el otoño
que hace crujir las hojas y los huesos
las fracturas bipartitas
de este corazón herido
que late a tientas
que sufre solo a sus destiempos
que carece de cáncer 
que se empalma con el sueño 
de pudrirse a broma como un témpano
con el balanceo de un péndulo
a carcajadas escogidas
por los sueños del infierno.

Por qué no te escucho,
por qué te veo renunciando nuevamente
a las caricias que arden
que llenan la sangre de pus
y violentan la carne. 

Despiértame de este camino
que duele en cada paso que damos
que son más cobardes
que todas las sombras pegadas a la luz.
Derrúmbanos como las sales de enero
flotando sobre las sobras del mar.
Disuélvenos al fondo de
no saber quién soy
porque cuando estoy lejos
tu voz que nunca ha dicho nada
me apaga/me retiene/me abrasa
me llena de distancias y de olvidos
que sólo me recuerdan
que el abismo soy yo. 

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