¿Qué tan importantes son los sueños? ¿Qué tan importante es soñar noche tras noche? Noche tras noche. ¿Qué tan importante es recordar lo que soñaste al despertar? ¿Qué diferencia habrá con recordarlo a mitad o casi a final del día? ¿Qué tan valioso es soñarte? Soñarnos. Tengo un problema con los sueños. No con los sueños. Sino con el ciclo del sueño. Aquel que te dice a qué hora dormir y cuándo despertar. Casi siempre me duermo muy tarde. Casi siempre despierto aturdida después de varias alarmas. Eso me dificulta recordar los sueños. Malos hábitos, supongo. Malos hábitos. Y aunque no los recuerde, siempre te recuerdo en sueños. Y casi siempre apareces. Lo sé, aunque el sueño no lo recuerde. Son el tipo de cosas que uno siempre puede estar seguro de saber. Por ejemplo, ayer te soñé molesto, aunque no sé porqué ni recuerde más. Hoy te soñé regalándome pequeños caracoles. Muy pequeños. Adornando algo más que no recuerdo. Los caracoles adornaban algo más, ¿más importante? No lo sé. Y todo es demasiado borroso. Pero me hace recordar la pequeña planta que te di hace unas semanas, o un mes. O poco más. Tampoco estoy segura de saberlo si no reviso la fecha del poema que te escribí aquel día. ¿Para acompañar la planta? ¿O la planta acompañaba el poema? Tampoco lo sé. Pero era para acompañarte yo a ti. Aunque ese día me acompañaste tú a mí. Cuando fuimos a buscar la tapa del lente de mi cámara que tiré cuando tomaba una foto que acompañara o que ilustrara el poema que te di junto a la planta. Y estábamos a punto de rendirnos. O nos habíamos rendido ya, cuando la encontramos. Regresamos a casa. Me senté en la cama. Y cuando ibas a hacerlo tú también, apunté al poema y a la cajita que contenía la planta, y alrededor, la adornaban flores de arena y de mar. Caracoles. Está claro que siempre te sueño. A veces nos sueño en lugares que ni siquiera existen. A veces nos sueño en los sitios de sueños viejos. O en tu cocina. Que no conozco. Junto a tu madre. Que tampoco conozco. O dentro de charcos. O aquí dentro del cuarto. Que ya nos sabe y que también nos sueña. Siempre nos sueño. Lo sé por la sensación que siempre tengo al despertar desde que sueño contigo. Justo en el centro del pecho, una sensación de epicentro pleno. Una sensación como de bomba de tiempo. Que, como mis sueños, siempre te recuerdan.
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