Mi mundo
cubierto del desastre
el discontinuo de estar triste
y no saber ser feliz.
El silencio
volviéndose ventana del terror
del error
de la noche que me sabe a menta
a nicotina
a alcohol.
No puedo dejar de estar rota
no puedo curarme de la herida
que crece
cada que intento cerrarla con puntadas.
No es el pasado lo que duele,
es la mañana que busca surcos en mi piel
para volverlos huecos
y hundirlos
hasta atravesarme el alma
que aúlla insoportablemente.
El pecho es una cura
que muere a muertes
que se desnuda en un llanto
malgastado
sucio
y que deshace
mi suerte de volverme invernadero.
Todo el cuerpo es un lamento
es la vida química
en el prefacio
de volverse hormona
ideales
o atadura.
Existo sin ser nadie
que te guste
que le admires
que se piense a intervalos del amor.
Cindy Yaremi, 2017.
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