Puede que enteramente
tu cuerpo vestido de aves blancas me mire
y el silencio nos calle
como buscando la frase exacta
que no se pronuncia a voces
sino en el colectivo de besos que nos unen.
El soplo de un viento que llama al mundo
haciendo piruetas con el polvo de los camellones,
la necedad deshecha de la vida del árbol vuelta crujir,
el itinerante tiempo que carece de nostalgia,
la suciedad de una ciudad creada de infiernos,
el roce de tus manos haciendo maravilla
la historia de sufrir por todo, de sufrir por nada,
de sufrir por triste.
Línea en diagonal llena del verso
que conjuga tu nombre con la ironía
de morir sobre tus párpados desnudos
cuando cuelga la noche
del intermitente susurro
en forma de eclipse.
Mi batalla perdida entre
el no verte un instante
y extrañarte como si fueran años
que caen como nieve.
A kilómetros, revienta jubiloso un mar
colmado de colores que aún desconocemos,
volverán tejidos en un par de nubes
tragándose el firmamento
dejando entre nosotros un plasma elástico
que nos lleve a la locura del porsiempre.
Quietud constante, de humo, de grumo,
forrada de caracoles,
de sonrisas que quieren vivir junto a ti
hundiéndose en tus lunares
en el conjunto de notas que conforman
un soundtrack de días perfectos
creados para dos.
Cindy Yaremi, 2017.
No hay comentarios:
Publicar un comentario