El mundo fugaz,
su ilusión celeste
llena de energía
expandiéndose,
ardiendo desde
el centro de la tierra,
y el humano como un loco
jugando a ser Dios
devorándose las raíces,
demorando el deseo de muerte.
Yo que respiro soledad
y las drogas capitalistas,
busco alternativas
para desprenderme de la vida
y ser otra,
y conjugarme en el verde del árbol,
en el azul del mar.
Los mundos latentes,
paralelos,
inmersos en la palabra cautiva,
en el destierro,
en el brillo de un sol elástico
que los hace estallar,
dando lugar al infarto como noche.
Las almas de los muertos
flotando como esporas,
siguen imaginando que
reinan el suspiro dulce
de hundir las manos en la arena.
En el sentido ultra,
en el sabor amargo,
en el poema frío,
en tus diamantes que me miran
como buscando un festín,
como deseando el sabor
de la fruta prohibida.
También mi mano de cometa,
de estela,
te busca para llenarte de estrellas
y construir un monumento
que comience con todo lo salvaje
y el pulso natural.
Caricia de belleza
como de nube en el cielo,
como plumaje de colores
que al volar se deja ver;
y que nos trague la soberbia
del glorioso mar,
con su sonrisa iluminada
en universos llenos de versos:
azucarados/salados/dorados
como cubiertos de una buena melodía
que revienta al despertar.
Cindy Yaremi, 2016.
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