Te escribo esto
con el nudo en la garganta que no me deja dormir por las noches.
Esta ausencia es tan firme
que la soledad se esconde muy por debajo de mis costillas. Arañándome.
Verás, no estoy tan mal,
no estoy tan triste,
sólo afligida y decepcionada.
Espero que tus noches sean más confortantes que las mías,
y que mi aroma no esté enredado entre tus sábanas.
Te extraño de una forma silenciosa,
pero no a ti,
a lo que fuiste alguna vez.
Ese cadáver seco que me quería.
O tal vez era sólo yo
que te creía.
No me llamas más.
¡No me llames!
Todo se convirtió en error.
Erramos.
Este, nuestro amor,
se consumió.
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