Nube. Casi blanca. Me había olvidado de los días amarillos, que por la significancia del color, no quiere decir que sean felices.
Amarillo color vómito. Amarillo óxido.
Dichos días, más que tristeza, traen consigo una amargura que me deshace varias partes de la piel. Y ya no sé si es triste, o si será la indiferencia. U odio.
Nube. Casi blanca, entre el gris y el azul. Me desocupé serenamente de mí, de lo que pensaba, de lo que sentía.
Te lo dije un día, aquel que forcejeaba para que mis ojos se apagaran.
Aquí estoy otra vez, desvenándome, envenenándome.
Con un azul celeste en los dedos de las manos y los pies, ardiendo de frío. Muriendo.
Nube. Casi blanca. Me recuesto en la palidez de mi día muerto.
Amarillo y estúpido, como esas cartas que algún día me mandabas.
Y yo, más allá de tocarte con mis dedos, te he rasgado el corazón.
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