Háblame de ese pequeño espacio creado entre tú y yo
para entender lo que pasa a través de las ventanas
y darle un suspiro al tiempo que ya no llevamos puesto.
Y baja las maletas, suelta un momento ese instante redondo,
ese rugir que rompe el suelo y nos separa.
Atraviesa mi cuarto, mi alma, mis desiertos, mis demonios.
Existe una caricia escondida en nuestras pieles
que desespera por volverse una marea de vientos que se agiten,
pero entonces nos miramos a los ojos y se convierte,
se rehuye entre todos los inviernos para comprender
que, después de todo, nunca hemos dejado al miedo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario