28 agosto 2013

Tinta Negra



La Tinta Negra se desnuda frente a mí, lleva una sonrisa que me intriga y una mirada oscura que me atrapa y me seduce hasta su boca maliciosa. Me muerde los labios dejando una mancha negra en mi labio inferior. Luego me lanza una caricia sutil en la mejilla que desliza hasta mi cuello. Se aparta, con una mirada divertida, con un suspiro finado. Me cuenta que está triste y que no sabe porqué, pero que está vez ya no importa tanto, porque ha venido a salvarme a mí.

Salvarme, de nueva cuenta, de este disturbio eterno que se plantea de nuevas formas, cuando nace un grito inesperado y todo el cuerpo tiembla de horrores y rabia; cuando se repite de nuevo el lamento que va más allá de la realidad. Y todo va a estallar, todo va a hacerse trizas de nuevo en mis pies. Es genérico, es crónico y absurdamente evolutivo.

Y va a salvarme, esa Tinta Negra, con su sonrisa irónica, con un cosquilleo catatónico, con una leyenda de vigilias muertas.

Ignorar a la Tinta Negra es enfrentarse por las noches con una soledad llena de egos que te muestra sus puños zurdos de acero.

Por eso, la Tinta Negra, que por cliché es elegante, se asoma cada que miro por la ventana buscando una nueva respuesta.

Se me antoja para llenar la casa de sus hazañas, pero viene cada que le da la gana, cuando ha de salvarme enérgicamente. Cada que no tengo ganas. Luego se divierte conmigo, al observar que no tengo nada. Me lanza un beso y se escapa.  A veces me deja en la madrugada con un fuerte cólico o un dolor en la mirada; es el sentimiento de perder toda esperanza.

Lo que es seguro es que se irá en la mañana. Me servirá el café y se irá, excusándose por la falta de vicios diurnos y su mala resaca.

Ya sabrás la manera en que Tinta Negra viene y me salva. Es un completo superhéroe que se aprovecha de tus horas muertas para emborracharte y hacerte el amor. Lleva tu rutina a un nivel más esporádico y a penas abres los ojos, se marcha. Es parte Dios y parte humana, pues erra en sus formas de amar, no tiene decencias y si no te das cuenta, te arranca partes del alma.

Ahora qué importa, Tinta Negra, si en una hora o más tarde me dejas, si me expones con crueldad o si me vienes a amar, pues formalmente sabemos, que lo nuestro es una necesidad que no podremos dejar.

Tinta negra me desnuda y repara esas ausencias que dejó la última vez.

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