Llevo un deseo suicida y unas ganas hambrientas de matarte a
la hora en que te hago el amor. Llevo este deseo impaciente con su sonrisa fúnebre
y un cosquilleo en el vientre. Excitada, atolondrada. Voy a arrancarte la ropa
y a enterrarte los dientes, voy a tragarme tu pene. Voy a arrebatarte el alma
en un silencioso grito que lanzaras al amanecer.
Luego, amor, no sabrás quién soy, con ese destello desnudo
que te quedará entre las manos, y ese sabor a sal.
En tus oídos no vas a encontrar algo diferente a unos
gemidos que están por gritar y esa humedad en la que te vas a ahogar.
Lo siento, cielo, es distinto el ser y estar, y en esta
habitación ya no caben más.
Olvídame, hasta que te vuelvas a excitar.
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