25 julio 2013

Cuarta parte



La cuarta parte de un hombre que no siente, que no miente, que se rehusa en toda dirección en creer en mí, y me deja, solamente, atrapada  a través  de mis demonios, con esa desnudez sospechosa que rechina cuando agita las manos y extiende su suerte.



Todas las partes, de aquel hombre que me desgarra bajo las ondas de su piel, que ni siquiera se sabe mi nombre y me reclama en las noches con un golpe homicida que jamás me ha terminado de matar.



La primera, la segunda, la tercera y quinta parte de él se encuentran dormidas debajo de mi cadera y se adhieren a una impertinencia que sólo intenta mantenerme en renuencia.



Y yo que no termino de sorprenderte en aquel cómodo modo de hacernos pendejos y dejar que tú te lleves todo lo que queda de mí y me dejes con mi indecencia cobarde.

O es más que basura, una peste que se extiende y se vuelve interminable, porque al mirar tus ojos no encuentro más que cuencas vacías.



Todo el entendimiento, aquello que lucía razonable, se ha muerto entre mi cara y el espejo, por andar hurgando en la entrepierna equivocada.



Y él, con su cuarta parte, lanza un gruñido y es como si estuviéramos dormidos, porque se alzan las pesadillas en la mañana.



Pero creíamos que no íbamos tan feo y que se iba a simplificar, pero fracasamos y aún no me has terminado de matar.

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