08 octubre 2022

Indiferencia

No encuentro mi lugar en esta cama que
guarda todas las formas de mi cuerpo.
Tengo frío
y una fiebre que no existe en los termómetros.
Tengo miedo.
Tengo vacíos y una rabia haciendo ecos en mi pecho.
La confianza rota, vuelta burla en el cinismo de tu risa.
Ya ni siquiera cuento las crisis, las lágrimas o los espasmos en el vientre.


I

Me cuesta trabajo definir por dónde comenzar a hablar o escribir, para intentar explicar este noséqué, y realmente noséadóndequierollegarcontodoesto. Llevaba ya, meses de mierda lidiando con el cúmulo de vacíos e insatisfacciones en que se transformó mi vida. Estaba harta, indiferente. Más bien indiferente. Aislada, sin deseos de nada, pero tranquila. Indiferente. 


En el vacío encontré tu cara, indiferencia adornada con un sentido del humor que parecía ser el mío. Indiferencia y poca iniciativa. Similar sentido del humor, incompatibles en lenguaje del amor. Indiferencia. Mi paciencia convertida en ansiedad. 


Buscando cómo cambiar la ansiedad pero no las cosas, choqué de cara con el caos. Una violación que me rompió de formas que nunca había visto en mí. Mis crisis de ansiedad me rebasaron. Buscaba soporte en un amor que no sé si no sabías darme. Te lo tuve que explicar. No estaba segura de poder contarte todo. De contarte que los mensajes que te envié, los envié ebria, sentada en el piso de un motel, llorando; declaración del amor que te tenía. No de la situación, porque aún creía que estaba a salvo. De contarte que al día siguiente, tuve que bajar del tren para vomitar y luego vomitar en la parada del camión; que regresé con miedo a casa, de lo mucho que me odié y a él también. De lo sucia que me sentía, de la doble traición que yo no quería. Del dolor de vientre, de los moretes en el cuerpo, de las lagunas mentales. Una semana después se me estaba cayendo el cabello. No pude contarte nada. Me di cuenta de lo complicado que era hablar con los hombres de este tema, sin que de alguna forma se me hiciese ver como posible culpable. Primero los cuestionamientos, luego el pésame y el apapacho. No podía arriesgarme contigo con la probabilidad de tener ahora que lidiar, además, con un duelo. Al final, no por eso y sí la indiferencia (ahora también mía), al poco tiempo las cosas terminaron. 


Entre esos dos sucesos, volvió a hacerse constante la comunicación con J. Relaciones a distancia de un narcisista con otro narcisista. ¿Quién ganaría esta vez? Ninguno de los dos evidentemente. Pero cuando estás vulnerable, es difícil resistirse a la atención de un narcisista antes de volverse indiferente. Realmente no hay nada de relevante aquí, pero esos días fueron un soporte. Cuando me di cuenta de que la ansiedad me estaba generando alopecia, fue otro golpe difícil de procesar, pero fue un stop para replantearme por lo que estaba pasando y no dejar que todo aquello siguiera tragándome. 


Justo en este punto es donde me pregunto a dónde quiero llegar, preguntas sin respuesta, o sin respuesta correcta, pero creo que nunca indiferente. La verdad es que, solo busco la forma de ordenar mis pensamientos para por fin poderme a sentar a escribir algo donde no se atraviese tu cara y la indiferencia, su cara y su indiferencia, la cara de J. y su indiferencia. Hay que lidiar con la catarsis después de tragar tanto trago amargo. Quiero escribir sin extrañar, no a ti, ni a J., a mí. A mi yonoindiferenteevitativo. Escribir sobre cosas que no me dan miedo, que no son un monstruo en mi cabeza, que no suenen como al paso indiferente de la vida.

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