Sueño y sé que nunca he visto ojos
que colapsen
en el eclipse que se inunda
en mi sudor de manos.
Despierto inquieta en un infarto
donde se detienen mis ideas
el reloj
un corazón lleno de parches
y un te quiero entrecortado
por un aliento que no le pertenece a mi cuerpo.
Escucharías de mi boca la risa
el llanto
la herida
el impacto
pero tal vez nunca el suspiro.
Me muevo
muero en dirección contraria al presagio de tu beso
verso en prosa que reanuda la alegría
de sujetar la levedad del espejo
mi reflejo
la agonía de vivir fuera del silencio que roe
tu paz
la silueta de tu boca
volviéndome blanda
blanca
amarilla espuma
nube callada
disuelta
perfilada
pero tal vez nunca desierto entre tus manos.
La noche pronunciaría tu nombre
y yo seguiría haciendo un cuento
sobre cómo quitarte el miedo que recae
en el misterio de lunares desordenados
la yema del calor se desnuda
el pudor del sepulcro
de sabernos
de tenernos
de huirnos
de convertirnos en caricias
que no llegan
que llegan tarde
cuando ya raspan
se apagan en la celda de una tristeza
purpurea
manchada de un amor que fue más gris que sangre
más sal que mar
pero tal vez nunca más suspensivo que final.
Cindy Yaremi, 2017.
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