Y no,
no he visto caer
las aves
como hojas de árbol
secas, muertas,
crujientes
en Otoño.
El mundo es tan caótico
que ya no me caben
las manos en los bolsillos,
que ya ni siquiera existen
los días de soledad,
de parque,
de vinos
y rosas.
No,
no he visto caer
tus ojos como amuletos,
de piedra, de magia,
de sol.
Ya no me acuerdo
de las canciones
que cantábamos
al anochecer.
Ya no me acuerdo de nada,
y tu caricia
ha quedado muerta.
Y no,
tal vez no,
nunca despierte
sobre tus sábanas
o junto al suave
azul del mar,
y no sea la brisa,
ni el oleaje,
ni tu mirar.
Llevo un relámpago
atravesado
en todo el cuerpo,
las lunas en eclipse,
un cuarto para dos
ventral,
con constancia vacío
y eterno,
de miel.
No,
seguro que no,
que nunca
volveré a volverme viento
que muere con tu piel,
en tus dorsos,
en la sed;
así, sin dolores,
sin mí.
Cindy Yaremi, 2016.
No hay comentarios:
Publicar un comentario