Ahora mis horas
están puestas en un lugar sin alma,
un laberinto extenso
sin salida y ruin.
Es tiempo de decirte
las cosas que no siento
para que veas cómo termino,
cómo me voy feliz.
Te quise irremediablemente,
y el reloj que de tan hueco
nunca se escuchó.
Despertamos tarde,
y nos quedamos con sangre entre las manos,
pus entre las yagas.
Fue una lucha sucia
por salvar lo que no fue.
Ahora mis horas
están puestas entre tanta calma
que han comenzado a pudrirse
dentro de mis pesadillas.
Cindy Yaremi, 2016.
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