Entonces las noticias fueron algo más que nuevo, lo menos de
siempre,
y el momento reducido al intento fallido con el que cargamos
cada noche,
todo reunido en el rincón de siempre, entre mis manos,
resolviéndose ante mis ojos,
resbalándose por mis dedos.
La soledad me impacta como un meteoro cayendo a mitad del
mar,
y con los ojos a medio estallar, con las lágrimas, con la
rabia,
con el gran dolor que sentí al verte partir.
El infierno que ahora siento, bien metido en la piel,
no tan ajeno como en la costumbre, y más arrebatado en la
violencia,
con una oscuridad que va cubriéndose más con la noche,
y va escuchándome, va marcándome entre la pena y el soñar.
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