Ya no duermo y estoy bebiendo demasiado café, /la taza se
cansa, se recuesta y cae/
Se rompen los cristales de la casa. /Me pesa la soledad/
Suena el teléfono, /no contesto/ Y en la grabación puedo
escuchar su voz,
agitada, sin resonancia. /Seguro que no está mintiendo/
Veo cómo sus lágrimas caen a través de la ventana
y el silencio que estaba muerto, se escapa.
Todo es cuestión de perder la resaca, de ganarle al alcohol
unas cuantas borracheras,
de escuchar el crujido seco, de sentir como pedazos de tiempo
te revientan en el pecho.
Y el calor aún, con el vino y las letras perdidas.
/Quiébrame en el dolor de una noche sin luna/
En la pesadilla de no poder correr, de no poder gritar; de subir, bajar, de no
poder respirar.
Ahórrame las oraciones y la vaguedad de las consonantes
mudas.
Existe un momento breve /muy breve/ que se queda gimiendo en
mis pies,
lo demás desaparece /cuando ni siquiera tendría que existir/
Así las cosas, breves, sin más tiempos ni lapsos precisos,
sin ruidos, ni pasto verde;
así con la lluvia cayendo y tú meditando porque la vida se
te atora entre un par de faldas rosas.
Ya no duermo, y sé que lo que pienso es lento, pero sé que
lo que aturde,
se termina con un par de botellas que terminan rotas,
se elimina con un par de bailarinas locas.
Y aún así, /todos seguimos pensando/ que esto es un sueño.
Y aún así, /todos seguimos pensando/ que esto es un sueño.
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