16 junio 2014

Rutina. Parte I


Escucho el flujo de un mundo desesperado por nacer, que agoniza en un intento por permanecer. Esta asfixia nos recurre y nos cimienta en una amarga desolación. Voy por cambiar un par de pasos por unas alas maltratadas que me inviten a volar.

Observo el cálido del tiempo que se apresura a llegar y ahora se ahoga en altamar. No concibo mis mañanas sin el brillo del sol puesto en tus ojos. No concibo una entereza de apatía postrada en la pereza fría.

Hoy culmino los caminos rotos, las sonrisas agrietadas y las miradas desahuciadas.

Abro las cortinas manchadas del hedor que desprenden los atardeceres. Salgo y busco en mi conciencia la alegría que culmina con tu voz.

Y todo se escurre así, a un paso lento que, vislumbre la coincidencia de los sueños haciéndose pasar por una dulce arquitectura que se aflige entre todas las arrugas que cuartean las esculturas. 

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