Con todo lo que pude perder en la madrugada, se descifra una
nueva revolución incipiente de senderos distantes y abstractos que se dirigen a
una misma dirección. Desolación.
Con los candados cerrados y las cadenas girando, hay una
extraña sensación que me hace daño, con todas las flores secas que guardo en el
cajón, va brotando el mismo susurro suicida que estalla entre burbujas de jabón.
Con las melodías austeras que se absorben en un sorbo de
café, despierto en medio de una ciudad que se alza infinita y no para de gruñir.
Escucho el rugir de sus calles y el lamento de las hojas al caer.
Con cualquier anomalía presente y dispersa, yo me fundo en la
ilusión de un corazón azul que se agita en mis retinas, con la pálida ocurrencia
de verse germinar, apagado en el discurso de la falsedad del tiempo.
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