12 diciembre 2013

Etcétera


Después del siniestro de noches
regocijantes y enloquecidas,
creo que ya no sabría como llamarme
al despertar por la mañana,
una irrealidad cambiarme el nombre;
es confuso, ambiguo, etcétera,
es de carácter duro, amargo, etcétera.

Y me mira tu reflejo en la ventana,
como no diciendo nada,
luego sueltas, como no queriendo,
una sonora carcajada;
tiene un sabor triste,
una textura áspera,
una sensación de etcéteras.

Es agonizante, como un zumbido
que se filtra para perforar tu aura,
pero ya no siento nada,
una nausea, es todo,
fiebre y dolor de pecho en la mañana.
Tu silueta me abraza
y tú no te das cuenta
porque estás haciendo cuentas
o haciendo de cuenta
que hace frío, que se hace tarde,
que si etcétera.

Lo he supuesto,
como a cada par, como a cada hora,
que esta tormenta suntuosa
hará lo que le venga en gana,
y termino compilando cuentos,
afilando el tiempo,
en lo que pasa el murmuro del viento,
en lo que vienes, te vienes, te largas.
Etcétera.

Será una enumeración ilógica decirte
cómo es que me entran ganas
de matarte a puñaladas,
será en cambio,
el cambio que me da no hacerte daño
y verlo todo ya de lado
cambiando los silencios por engaños,
cambiando los abismos por peldaños,
cambiando lo que fuera
por cualquier etcétera.
Otro etcétera.

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