La historia comienza así, aquí y no te marchas.
La historia viene larga y te marchas para no volver.
Ahora ve y limpia la mancha de sangre que has dejado en el
salón.
Es inexplicable esa carcajada que
te coge por las noches después de haber mentido tanto.
Y la historia viene así, con debilidades inexactas,
con astucia y una sutil demencia,
con secuencia, con ambivalencia,
con esa sonrisa entrecortada de la que no podéis salir.
Toma la cartera y el paraguas,
apaga las luces, cierra la boca y lárgate
que ya no hay ni historias ni un cantar.
La historia se extiende o se reduce
según la situación en que suspires,
en que respires, en que te expires.
Y ahora la historia, la historia no es nada,
nada que tú vayas a contar,
pues los sonidos se te apagan
y así la vida: sin soñar.
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