Hablar con el viento es contarte
el ritmo que llevan las horas
el aroma de flores y hierbas
el sonido perdido en las aves
de las noches con insectos
con fantasmas y con miedos
el sabor del café
de la sopa y del sol.
Hablar con el viento
es escucharte
es que me cuente
lo que hay bajo la sombra del cerro
el sabor de las nubes
el azul de los mares
el calor de los suelos que no siento
el color de los sueños que no tengo.
Hablar con el viento es escuchar
cómo mece las hojas
cómo danza en la hierba
cómo retuerce cortinas
cómo se cuela en la ropa.
Hablar con el viento
es quedarse en silencio
dejar que te muerda y te enrede el cabello
las tripas
y hasta los sueños
que te rasgue los huesos
el dolor anidado en los huecos del pecho
que sacuda el recuerdo
que se agita en la sangre.
Hablar con el viento
es dejar que se lleve
lo viejo y los miedos
y como composta y con polen
nos siembre un jardín de utopías.
Hablar con el viento para sentir
para saber dar raíces
para ser
para ser viento
para estar vivo.
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