Siempre los mismos poemas,
el mismo ruido incesante de la ciudad,
el besar incierto que queda
cuando nos acercamos
y cerramos los ojos,
y la mano que hurga
buscando amor por debajo de la ropa.
No puedo con el color de tus ojos
que no dicen nada,
que eclipsan en cualquier abismo,
que repiten lo falso,
la lágrima.
Yo me reparo
en la caída breve,
astuta, efímera;
en las cenizas que se pierden,
en el dolor que se traga al cuerpo.
Siempre los mismos poemas,
el mismo reventar en los huesos,
la misma canción que se extingue
una y otra vez en mis insomnios;
el mismo anhelo dulce,
crujiendo lento,
ahogando la promesa
de fugar los sentimientos,
de volverse herida.
Cindy Yaremi, 2016.
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