Yo supe de él cuando escapé del
destino y me acosté de frente a la pared, luego supliqué y aparecí en algún
lugar que había dejado atrás. Volví a escapar y cuando abrí los ojos ya no
quedaba que buscar. Fue entonces que lo vi pasar. Le grité, sin saber que
pronunciar, corrí hacia él, pero una nube de humo azul me cegó, me lanzó a un
abismo que me orillo a matarme, una y otra vez, en cada una de mis vidas, hasta
que logré pronunciar su nombre, entonces la vida me dejó morir con él.
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