Rebusqué mil veces en tu perplejidad, en tu pasado, en tus entrañas, en tus deseos y sólo encontré un puñado de etcéteras.
I
Caminé sobre tu piel y una canción, un soneto resonante, brillaban en tu voz. Una marcha incesante de proesa y maravillas que reventaban muy dentro de mi vientre como un zumbido oscuro, tan oscuro como tus pupilas. Tan infinitamente acariciante en las grietas de mis sueños, sumergidos, apagados, lúcidos y etcéteras.
II
Y estaba exhausto el momento exacto, tambaleante entre elementos justos y ámbar amargo, jadeante, exasperante como los arrebatos de aquella amante, serena y siniestra ante la gravedad eterna de unas manos ultrajando su piel. Maldita su penumbra y su perfume, su indecencia y su elegancia, su ambición y su infiltrante egoísmo, lascivo, galante. Su extravagancia y su mirada atenuada con el pudor de enfermizo e ingenuante silencio amarrado a un par de etcéteras que creaban un eco en el futuro.
III
De repente comencé a temblar en un sueño extraño y fenomenal. Él entendió del sueño que se trataba y se aferro fuertemente a mi cadera. Besó mi frente y mordió mis labios por no tener más qué hacer. Le fié mis secretos, mis cuentos, mis letras y le parecieron deliciosas. Navego en sus mentiras, en su risa, en su agonía, en el calor de su cuerpo desnudo, en su sudor, en su fantasía redundante y etcétera.
IV
Me miró con su sonrisa excitada y lo que escondía en su pantalón. Su lascivia y sus etcéteras me recorrían las piernas de principio a fin como si fueran rieles, omitiendo mi vestido. No digamos del destino.
V
Oh amor, vas a coleccionarme hasta los huesos, vas a adorarme cada marca y lunar de la piel, vas a hacerte vicio de mis besos, vas a vivir de mis versos, vas a ser partícipe de mis cuentos de cama, vas a conocer un mundo sincero y desnudo, vas a destruirte en mi mirada, a sonreirme en la mañana. Vas a verme vivir y etcétera.
VI
Y tal vez la expresión fuera más fría y la caricia más dulce, pero la realidad se invertía carcomiéndonos cada herida conocida. Y yo pasé un tiempo desenterrándome las espinas de tu lengua, para que llegarás nuevamente a clavarme todo lo que, al mismo tiempo, se hizo cenizas cuando regresé por ti.
Espinas, saliva, cenizas, sudor y semen, es todo lo que quedó de ti.
Alientos, gemidos, rasguños, tus garras sucias y un mordisco es lo que te llevaste al salir.
Amnesias, etcéteras. Promesas y dolores de cabeza.
VII
Una inquietud me adormece en una situación de asfixia. Siento un destello, un vertigo que me reduce a un grito ahogado. Ayúdame, sácame de aquí. Reviéntame, libérame. Agítame, perviérteme, etcétera.
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